LUIS PACORA
Existe un lugar donde desde hace miles de años persisten la tradición, la memoria, la vida de campo, milenarias técnicas agrícolas, insuperables construcciones arquitectónicas, místicos emplazamientos y tierras fértiles regadas por la lluvia y abrigadas por el Sol, astro-deidad que adoraban las culturas que vivieron en dichos pagos: hablamos del Valle Sagrado de los Incas.
Lo primero que viene a la mente cuando se piensa en Cusco es casi una serie de postal: Machu Picchu, el Camino Inca, Ollantaytambo, Sacsayhuamán o algún otro enclave de la consabida ruta Inca. Sin embargo, existe otro periplo, menos famoso pero igual de esplendoroso, que se inicia en la provincia de Urubamba y culmina en las alturas de Moray.
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