Recientemente viajé a Perú para dar un taller de integración y transformación personal, el cual estuvo lleno de satisfacciones profesionales y personales, pero también de retos.
En el viaje de Cuzco a la estación del tren que me llevaría a Aguas Calientes y luego a Machu Picchu se me quedó la mochila con mi cartera en el bus. Cuando me di cuenta ya estaba sentada en el tren. Le conté a la persona encargada mi situación y salí corriendo, sin embargo el bus (la guagua que transporta pasajeros) ya se había ido.
Tenía dos opciones: o me quedaba y comenzaba para rescatarla, lo que implicaba llamar al agente de viajes y a todos mis amigos en Perú; o soltar, dejar ir y disfrutar uno de los sueños de mi vida. Opté por lo segundo, confiando que nada se pierde en el universo y que mi práctica espiritual es lo suficientemente fuerte como para apoyarme en este proceso. Inmediatamente comencé a cantar mi mantra y me monté en el tren.
Puse en práctica uno de los temas del cual hablé en el taller: Cómo saber si había tomado la decisión correcta. La intuición me decía que sí y el ego me decía que debí haberme quedado para recuperar mi cartera.
Para saber si hemos tomado la decisión correcta es necesario observar nuestra mente y nuestros sentimientos. Por otro lado contéstate las siguientes preguntas: ¿Esta decisión me hace sentir optimista?, ¿es un riesgo razonable?, ¿me siento genuinamente entusiasmado(a) con la decisión? La contestación a estas preguntas te ayudará a saber si has tomado la decisión correcta.
Al llegar a Aguas Calientes ya todo comenzó a entrar en ritmo nuevamente y tomamos otro bus a la Ciudadela de Machu Picchu. Una vez allí, comenzamos a subir, subir y subir, hasta llegar a la cima. Entendí que cuando algo vale la pena, los retos y todo lo que ocurre en el camino son solo muestras de algo mucho mayor que se manifestará en nuestras vidas. Solamente tenemos que perseverar, ya que vale la pena el esfuerzo y trabajo porque no rendirse tiene sus recompensas.
Mi recompensa al llegar a la cima fue sentir algo inexplicable con palabras, solamente lo puedes experimentar. La poderosa energía que se siente me hizo entender -más allá de toda duda- que todo estaría en perfecto orden divino y que no debía temer. La paz, el amor y la compasión afloraron a mi corazón de una manera que nunca había experimentado. Medité, entoné mi mantra y me conecté a esa fuerza superior que todo lo mueve, todo lo une y todo lo sostiene.
Comenzamos nuestro regreso y al llegar al hotel, me llamó el agente de viajes para comunicarme que mi cartera había aparecido, sin embargo, no me la podían llevar al hotel, pues estaba a varias horas del sitio donde me estaba quedando. Así que tuve que esperar un día más el cual aproveche para poner en práctica mi confianza en el universo (Dios).
A la noche siguiente me llevaron la cartera al hotel y estaba intacta, no faltaba ni un solo centavo. Algunos me dijeron que había tenido suerte. No creo en la suerte, sino en una práctica espiritual consistente y en el poder de la fe. La energía de Machu Picchu y mi fe absoluta hicieron posible esta experiencia que para mí fue transformadora.
Al estar en ese lugar, caminar por sus pasillos de piedra, entender su cultura y experimentar su gran espiritualidad, una vez más comprendí que cuando ocurren estos eventos es necesario hacer una introspección y ver cuál es la enseñanza. En este caso -para mí- la más importante y poderosa fue soltar, dejar ir y confiar en mi práctica espiritual.
Una práctica sólida y consistente es la que te da fuerzas para seguir adelante en los procesos de mucho reto. Busca tu camino espiritual y síguelo.
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